Comenzó rompiendo el hielo Elena
hablándonos de Místico y el encuentro a
medianoche de la saga Los secretos del
Pony Club de Stacy Gregg, el primer volumen de una saga de trece libros que
cuentas las aventuras de su protagonista Isa y su amor por los caballos, una
lectura muy recomendada para aquellos que quieren iniciarse en la lectura.
Siguió Pedro con Grimpow, El secretos de los sabios, de Rafael Ábalos, que abarca temas históricos como
la orden de los templarios situados en la Edad Media de Europa, en especial en
Estrasburgo, libro que por cierto se encuentra en la biblioteca a disposición
de todo aquel que lo quiera.
Raúl nos sorprendió con Tokyo Blues de Haruki Murakami, un autor que genera amor y rechazo
entre sus lectores a partes iguales, y cuyo protagonista en un viaje de avión y
a raíz de escuchar a los Beatles recuerda a las mujeres que le marcaron su vida
en el Tokyo de los años 60 con un marcado realismo mágico. Sin embargo, a Raúl la obra de Murakami que más le ha gustado ha sido La muerte del comendador, un gusto que tuvo la admiración de los
presentes.
Maria José nos volvió a traer una
muestra de este género tan denostado y olvidado que es la poesía con Raíz
de amor, una antología poética amorosa para jóvenes tanto principiantes
como avanzados de Ana Maria Pelegrín, lo cual nos hizo llegar a la conclusión de que este Club de
lectores se está convirtiendo con miembros así en el Club de los poetas vivos.
Jaime comentó tres lecturas: La magia del orden de Marie Kondo, El sí de las niñas de Leandro Fernández
de Moratín y Yo soy yo y mis parásitos
de Kathleen McAuliffe, que nos plantea con explicaciones curiosas cómo estas
criaturas nos trasforman por dentro la vida sin que nos demos cuenta.
Finalmente, María nos propuso Brevísima historia del tiempo de Stephen
Hawking, un punto de vista accesible al profano al mundo de la astrofísica, libro que aparece brevemente en Harry Potter y
el prisionero de Azkabán y cuya reseña está en este blog.
Y tras esta multitud de géneros
literarios y con la promesa de que en la sesión de marzo nos comprometeríamos a
hablar de libros escritos por mujeres nos despedimos con el recuerdo de que
hasta no hace mucho “debajo de la palabra anónimo había una mujer”.
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